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lunes, 14 de enero de 2008

Mi tío

No se lo he dicho a más que a tres personas, pero hoy siento que necesito quitarme un poco de peso de encima, sentirme más libre y menos presionada, así que voy a hacerme una pequeña terapia literaria a ver si me lo soluciono...
El sábado por la mañana mi tío tuvo una recaída. El tío es realmente de mi padre, pero él y su mujer fueron los que le criaron, así que es como si fuera mi abuelo de toda la vida, aunque siempre le haya llamado tío. El caso es que ahora vivo en su piso, él está en una residencia a cinco minutos de aquí, ya se nota que los 92 años le pesaban, y era imposible que se desenvolviera solo. Siempre ha sido muy de salir y no volver hasta caída la noche, pero últimamente ya es innegable que tiene muchos años a sus espaldas y que las cosas cambian. El sábado, pues, me llamó mi madre y me dijo lo que pasaba... me subí a la residencia, donde ya estaban mis tíos (hermano de mi padre y su mujer), apenas tengo relación con la familia de aquí y se me hizo interminable el estar allí sola con ellos dos. Y bueno, mi tío en la cama, con tranquilizantes y oxígeno, los ojos cerrados, el dolor pintado en la cara, apenas podía pronunciar.
No nos conoció a ninguno de los tres.
Le vi realmente mal, en comparación con otras veces. Aparte, no sé qué tienen esos malditos sitios, yo creo que es ese olor extraño, que te dejan aplatanado... cuando murió mi tía estuve dos horas en el baño con unas arcadas de impresión, odio los hospitales.
Ayer subí otra vez por la mañana, que parecía que había mejorado y eso, pero nada, llegué y le habían sedado porque se había puesto agresivo, con lo que me tuve que volver a casa. La verdad es que no es una persona fácil, ni siquiera cuando está bien, es conflictivo y a veces dan ganas de mandarle a tomar por allí mismo, así que entiendo a las pobres enfermeras, la verdad.
Así que he pasado un fin de semana un poco extraño, esos sitios me dejan ausente, un poco... no sé, es un sentimiento de los que yo llamo "chof", que no tienen causa alguna pero sí efecto.
Ayer por la tarde me llamó una amiga con la que no hablaba desde hacía un montón de tiempo, y la verdad es que creo que aún no le he agradecido lo suficiente esa llamada... hay veces que una cosa así puede alegrarte un día condenado a la melancolía. Me encantan esas llamadas inesperadas.
Esta mañana me llama mi madre para decirme que esta noche ingresaron a mi tío en el hospital, y que viene mi padre para mediodía. Suena extraño, pero al menos me siento de otra manera. Con mi padre es diferente, hay alguien que esté contigo... he pasado dos días hasta nerviosa por la responsabilidad que me supone ser un familiar ya mayor de 18 años... y no me gusta, no me gusta lo que conlleva tener que tomar decisiones de ese tipo, no me veo preparada, es algo aún demasiado fuerte, pero claro, no soy quién para quejarme. Por lo menos, así sé que hay alguien a mi lado y que no voy a tener que actuar como un adulto que desde luego no soy. Y ya no es sólo interiormente, me fastidia que las enfermeras me miren mal cuando voy, que se queden quietas mirándome y que me digan, "aquí no puedes entrar", y que tenga que tragar y decir que no soy ninguna niña. Dios, lo odio, es frustrante que nunca te tomen en serio porque parece que tengas doce años. Ellas tampoco tienen la culpa, pero no es agradable que te estén prejuzgando para cada cosa propia de una persona adulta que tengas que hacer. El otro día, sin ir más lejos, me dijeron en el tren de camino a casa que cómo me dejaban viajar sola con la edad que tenía... y en fin, tienes que reírte un rato y tomártelo con humor, pero la verdad es que hay veces que es imposible, y que crispa.
Así que hoy ya me perdonaréis que no tenga nada agradable que contar (para variar, qué temporada tan optimista que llevo, dios mío), pero hay veces que se te junta todo y quejarse un poco ayuda. Así me da la sensación de que se lo estoy contando a mi diario y que ya parece que no soy yo, sino la vida de otra persona, y me resulta más fácil.
Espero que para mañana ya me haya dejado de hacer efecto el ambiente del hospital de hoy y que sea capaz de hablar de algo divertido.
Cruzaré los dedos.

4 imaginan conmigo:

Carlota dijo...

Lo que importa es que escribas...aquí hay que estar a las duras y a las maduras, cielo. Y si ahora estás pasando una mala temporada, pues lo sueltas, que seguro que algo te aliviará hacerlo (blogoterapia, creo que lo van a acabar llamando, jaja..). Ya vendrán buenos tiempos, y veremos tu sonrisa. Mientras tanto, te mando una sonrisa y un abrazo enorme.

Kiri dijo...

Zana escribir es bueno, te desahogas como dice Carlota haces, blogoterapia. Hay veces que las cosas hay que tomarlas como vienen. Y está claro que está mayor el señor. Pero tú intenta llevarlo bien, está claro que esos sitios no ayudan, pero bueno, ahora con tu padre estarás más protegida. Mucho ánimo guapa y tranqui que la vida también tiene muchas cosas bonitas y cuando vienen las malas, rebuscamos la energía y descargamos un poquito. Un beso.

alfonso dijo...

Oiga! Lo que tu tienes de niña... es envidiable. Pero no lo eres del todo, reflejas una madurez que para mi quisiera cuando sea mayor.
Haz caso a las dos sabias de arriba. Escribe y salta!, sigue hacia adelante.
Y traduce, que también relaja. Relaja mucho.
"Liebe Gäste: es ist uns eine grosse Freude, Ihnen jeden Tag unser herrliches buffet anbiente zy können"
Bueno, sigue...

Abuela Ciber dijo...

es cierto los hospitales son agobiantes, a mi no me gustan para nada, pero lo que pasa es que crecer duele y cuesta, fijate que a mis años me cuesta ir creciendo!!!
Pero preciosa niña a tu edad cuando el mundo se abre lleno de posibilidades, teniendo el libre albedrio de elegir, tienes la vitalidad para saltar por sobre el clima hospitalario y sentior que si amaste una vez a tu tio, ahora es cuando mas te necesita, cuando se lucha por no irse , cuando se siente esa total impotencia que solo la da la edad, cuando se tiene miedo... si miedo... de a donde se va......