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jueves, 17 de abril de 2008

*El tiempo pasa


Desde mi sólida banqueta, o sea desde mi trono de pelagatos, veo desfilar el tiempo y sus minucias, los torbellinos del desorden, las fragatas que en el puerto se mecen impasibles, los murciélagos que inmóviles vigilan, las golondrinas que regresan cargadas de experiencia.



También manos que ahora son casi garras, bocas seductoras que reclaman besos, pieles que se convierten en pellejos, ojos que aman cuando miran, colinas de allá lejos que se acercan, arroyos que se vuelven ríos, ríos que se vuelven mares.



Desde mi sólida banqueta, desde mi trono de pelagatos, veo cielos que se aclaran y se oscurecen, viejitas que no hace mucho eran muchachas, desalientos que fueron esperanzas. Pero también futuros que se abren y nos llaman, con promesas que quién sabe y no obstante admitimos.



El tiempo pasa sin interrupciones, con paisajes que llenan el contorno, alarmas con abismos, glorias inaccesibles, perdones que no pedimos y alborotos en la conciencia cerrada con candado.



Hasta que una noche inesperada, los párpados sucumben y ya no se levantan.




Mario Benedetti - Vivir adrede

2 imaginan conmigo:

Carlota dijo...

Me encanta Benedetti. El tiempo pasa, sí, pero el que lo haga más deprisa o más despacio depende de nosotros. Si queremos podemos parar el tiempo, incluso. Y disfrutar de ciertos momentos. No es difícil. Es sólo querer.Un abrazo.

alfonso dijo...

El tiempo está detenido.
Giramos siempre alrededor de él.
Y dos veces al día, le damos su situación excacta. En esos dos momentos, el tiempo es feliz.