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sábado, 26 de julio de 2008

Noche de viernes y recuerdos de infancia


Ayer tuve la sensación de que mi infancia se me escapaba.

Cerré la caseta de la Oficina, me puse música y me dirigí a casa de mis abuelos. A pesar de que tardo cinco minutos contados andando, se me antoja siempre una eternidad. Hay veces que no he podido reprimir el instinto y me he cruzado prado a través la distancia desde la carretera a casa. Pero claro, ayer llovió y me era imposible pasar sin calarme hasta la cintura (que es más o menos por donde me llega la hierba, según qué zonas). Así que tuve que resignarme y lo recorrí por la carretera.

A mitad de camino diviso el coche de mi abuelo, de un azul eléctrico al más puro estilo pitufo. Se paran, me dicen que se van a un baile que hay en un pueblo cercano y me dejan las llaves de casa. Si hubiera llegado antes podría haber ido con ellos, pero para variar siempre me toca guardar y recoger todas las bicis de los tardones que las entregan a última hora, con lo que, en vez de acabar a las 8, suelo terminar a las 8.15. Brrr.

Sin embargo, una lucecita se enciende. Mmm... sola en casa, noche de viernes... qué paz. No es que mis abuelos sean tan pesados, pero cuando les da por discutir, mejor meterse debajo de la escalera, por lo que pudiera pasar, y por la noche, invariablemente, mi abuelo sintoniza los bolos y mi abuela y yo suspiramos de aburrimiento.

Así que, por un día, la televisión era mía... bueno, eso y la casa entera.

Llego al barrio y dirijo la mirada a casa de la tía Paquita. La puerta está abierta, el coche de mi primo aún no está y ella no parece estar fuera de casa. Me digo, estará bien. Sigo hasta el recodo del barrio y entro en la plaza. Coches por doquier, casi es imposible pasar, desde que empieza el verano el pueblo se convierte en un infierno de coches y gentes de fuera. Enfrente de la casa de la vecina, un chico lava un coche.

Lo observo mientras entro al barrio: camiseta azul, botas verde militar, un pantalón gris corto. No consigo saber quién es hasta que se da la vuelta. Me mira por un instante, nuestros ojos se entrecruzan y veo un destello de reconocimiento en los suyos. Es él, sí.

Vuelve a girar la cabeza y prosigue con su tarea, mientras yo paso a su lado y me interno en el camino que lleva a la casa de mis abuelos. Los recuerdos afloran en mí mientras camino, me acuerdo de aquel chico delgadito de los veranos de mi infancia, de su hermana, de...

Una sombra cruza mi mirar. Su hermana, sí.

Han pasado 10 años y sigo sin olvidarme de aquello.

Yo tenía 8 años, era verano y todas las tardes nos juntábamos los niños del barrio a jugar en la plza central. Por aquel entonces éramos unos cuantos... ahora ya sólo queda mi hermano en el barrio. Recuerdo a mi primo A, a mi amiga Y, su hermana C, mi hermano R, a mi amiga S, su hermano P, y Hebba (como no sé como se ponen links en la palabra, os lo dejo aquí: http://farodecuatrovientos.blogspot.com/2007/12/hebba.html), que estuvo ese verano con nosotros.

Recuerdo que estábamos sentados en la escalera de la casa de los abuelos de mi amiga Y. Mi primo A, dos años mayor que yo, nos saltaba desde los escalones más altos a todos, que nos reíamos y pedíamos más. La cosa es que, no sé bien a cuento de qué, mi amiga S se enfadó con mi primo, y le dijo que parara. Y claro, a los 10 años no tienes más gusto que el que te digan que pares, y tú seguir. Posiblemente mi primo le dijera algo como "corre, corre a decírselo a tu mamá", y ella se cabreara todavía más. Y entonces fue cuando le dijo:


- Por lo menos yo tengo madre, y tú no tienes padre, que seguro que era un asqueroso.


En aquel momento, todo se paró. Podría jurar que hasta nuestros corazones dejaro de latir durante aquel minuto eterno. Recuerdo que mi primo y yo nos levantamos a la par. Vi brillar sus ojos, era casi de noche, y fue un brillo de un dolor tan profundo que algo se me removió por dentro. Él se levantó para irse, pero yo no. No me pude contener y le arreé un bofetón en toda la cara a mi amiga S. Sé que lo hice con rabia, con dolor, algo en mí estalló. Recuerdo que todos, incluida ella, se quedaron boquiabiertos, alucinados de que yo, que siempre era la más pacífica, hubiera tenido un arranque de rabia tal.

Le dije que jamás en la vida me volviera a hablar a menos que fuera donde mi primo y se disculpara por lo que había dicho, y acto seguido me marché a casa llorando.

Mi tío, el padre de mi primo A, murió apenas dos meses antes de que yo naciera, y yo nunca lo conocí. Mi primo, sin embargo, aún tenía vagos recuerdos de él, aunque tenía sólo 2 años cuando él murió de cáncer. Y sé que le dolía, y que se sentía diferente, y yo no podía reprimir un profundo cariño por él. Y aquel día exploté. No pensaba permitir que nadie se metiera con él, no en aquella dirección. Porque no era justo, era ruin y mezquino.

Desde aquel día, ni S pidió perdón a mi primo, ni yo volví a hablarle a ella.

Y hasta hoy. Hasta que he visto de nuevo a su hermano P y me he acordado de aquella escena, hace ya 10 años. No sé lo que pasó por su cabeza cuando me vio, dado que hará unos mil años que no nos vemos, pero estoy segura de que me reconoció y que se acordaba también de cuando aquello, ya que él es unos años mayor que yo.

De S no he vuelto a tener noticias, pero ella y yo sabemos que nunca volveremos a ser amigas. El otro día, casualidad también, me encontré con la abuela de Y, que me contó que se compró un coche de 3 millones de pesetas y que está a ver si entra en Farmacia.

Las vueltas que da la vida...

Sentí que mi infancia se me escapaba, ver a P tan mayor, a Y empezando la carrera, mi hermano el instituto... y no tengo noticias de mi primo. Lo último que sé es que estaba haciendo un módulo de sabe dios qué, y de eso hará ya dos años, cuando llamaron al timbre y me encontré a un chico grandote que me recordaba vagamente a alguien.

Supongo que todos hemos cambiado mucho, incluyéndome a mí, pero da la sensación de que se me va aquella época...


Ah, bueno... eso sí, la noche del viernes, solita en casa, me enfundé el pijama, cené una de las tortillas de patata de mi abuela (mmmm), y me puse a hacer tortitas en la cocina con la música alta y cantando a grito pelado. Qué le voy a hacer... como no puedo salir de marcha... que la marcha venga a casa jajaja.
Ilustración: Garlins Design

6 imaginan conmigo:

Luchida dijo...

Hola! Me gusta mucho lo que escribes, me pasaré a menudo!

Zanahoria dijo...

Bienvenida, Luchida!
El faro está abierto.
Un beso!

Anónimo dijo...

Qué cantidad de sentimientos pueden pasar por nuestras mentes cuando recordamos viejos tiempos, verdad Zanahoria?^^

Yo también me pongo a pensar a veces en mi infancia y creo que se me escapa de igual modo que a ti, sobre todo cuando me encuentro con alguien que hace años que no veo...

Sí, supongo que todo el mundo cambia cuando crece, pero ¿sabes? Cambiar no es malo y seguro que tu vida actual no la cambiarías ahora por tu infancia.
Los niños pueden llegar a ser muy crueles a veces, y en los tiempos que corren ahora lo son más todavía ¬¬.

Me ha gustado mucho leer esta pequeña parte de tu vida y claro que sí, si no puedes salir de marcha que la marcha vaya a tu casa con tortitas incluídas (*¬*) Jajaja. Yo quiero!!! o(>_<)o xD.

Un beso muy grande, guapísima: MUUUUAA!

Zanahoria dijo...

Supongo que cambiar no es malo, Utopía,y sé que no cambiaría mi vida ahora por ningún momento pasado (bueno, a lo mejor alguno jaja), pero... es una sensación rara, de vulnerabilidad. No sé.

Y sí, los niños a veces pueden ser terriblemente crueles, me ha tocado estar de voluntaria entre ellos y puff, a veces te quedas alucinando. Pero en fin, agua pasada no mueve molino ;)

Las tortitas... :( salieron demasiado dulces, pero para ser un experimento como eran... gracias que no saliera nada peor. De todas formas, nada como aquellas tortitas que hice una vez con Yirko... anda el post por ahí jajaja.

Un beso guapa!

Anónimo dijo...

¡Yo me uno al plan de las tortinas un viernes por la noche en casa! ^^

Y al plan de recordar viejas escenas, aunque algunas sean difíciles como esta que nos cuentas... Y con solo 8 añitos hiciste lo que tenías que hacer, fuiste toda una valiente y la verdad es que no entiendo como S. no volvió a disculparse; cosas de niños, le serviría a muchos como excusa, pero como comentáis vosotras, los niños a veces me dan miedo :S Se me pasará con el tiempo, espero. ¡Jejeje!

Un besazo enorme Zanahoria!!

Zanahoria dijo...

Muahaha, Saphy queda reconocida como integrante del Club de Tortitas de los Viernes Noche.
Besos guapa!! ;)