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domingo, 17 de agosto de 2008

La niña de los churros

No era tarde, pero apenas había gente.
Sólo algunos probaban su suerte en la caseta de tiro, mientras que otros curioseaban por entre el mercadillo improvisado. Sin embargo, la furgoneta de los churros pasaba inadvertida, entre los perritos calientes y las hamburguesas y los concursos de tiro.

Ella estaba allí. Miraba el escenario desde el mostrador, el gesto aburrido y a la vez habituado al hastío de quien ha tenido que soportar la misma situación muchas veces. LLeva el pelo recogido en una coleta en remolino, con dos gomas de color granate. Su blusa es de color blanco, blanco gritón, porque su piel morena hace que resalte aún más. La madre unta churros en chocolate, mientras el padre fuma a un lado de la furgoneta, como esperando que alguien se dé cuenta de la existencia de sus churros. Una hermana mayor surge de la puerta trasera.

El aire está impregnado del olor dulzón del aceite con azúcar. Miro de nuevo y veo que la niña prepara cuidadosamente los cucuruchos de papel plastificado y los va ordenando sobre el mostrador, uno a uno. El padre la observa desde la esquina, aún fumando.

La escena me llama la atención. La niña no tendrá más de 12 años, y allí se la ve afanada en hacer bien su trabajo, en cuidar de vez en cuando que el aceite no se queme y en observar por el rabillo del ojo al grupo de música del escenario, que aún no empiezan a tocar. Mi abuela se aburre, no hay música y tiene hambre, dice que además va a llover; mi abuelo y yo nos miramos, qué pesadez, me alío con él y decidimos ir a comprar unos churros.

La niña nos ve llegar, hace tiempo que nos sigue con la mirada. Nos pregunta con carita de ángel que qué queremos, y mi abuelo le pide una rueda de churros. Le dice que se venden por docenas, que si quiere una docena. A mi abuelo le trae al pairo cuántos sean. Sólo queremos churros.
Avisa al padre de que ha venido gente; éste apaga el cigarro y se pone manos a la obra: va dejando salir la masa de los churros y fríe los nuestros.

Es un gitano guapo, moreno y de ojos oscuros y de fondo muy blanco. Llevará un día o dos sin afeitarse, le queda ligeramente descuidado pero sin resultar desagradable. Le favorece. La niña escoge cuidadosamente un cucurucho, lo dobla, me mira y me remira, y yo hago lo mismo con curiosidad. Me imagino cómo será su vida. Si tendrá que quedarse allí trabajando hasta tarde. Si irá de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, de verano en verano. Me pregunto si irá al colegio, si ya tendrá prometido, si se casará pronto. Probablemente en cuatro años esté casada, y tenga hijos mientras yo me gradúo, a cuatro años vista, en la universidad.

Los churros están ya hechos. La niña los va cogiendo con esmero del escurridero, los voy contando. Llego a doce y ella sigue. Me mira de reojo y echa seis más. Cuando termina me sonríe y yo la correspondo con un guiño y una sonrisa.
La travesura está hecha.

15 imaginan conmigo:

manu dijo...

me gustó el relato. muy bien escrito. esas historias en donde los protagonistas se conocen por primera y única vez...son lindas y a la vez un poco tristes.

saludos!

Abuela Ciber dijo...

Muy humano y preciosamente relatado.
Te dire me encantan los churros!!!!! y con mucha azucar!!!!
Cariños y gracias por transitar mis sentires.

Anónimo dijo...

muy bonito el relato... lo he vivido como si estuviera allí...
gracias por pasarte y me alegro de que ya puedas finalizar la 4ª temporada...

ahora no nos queda otra que esperar...

suerte con todo!!!!

el viajero

Zanahoria dijo...

Gracias, Manu, la verdad que es triste pensar que no vamos a volver a ver a esas personas... pero quizá también sea parte de su magia.
Un saludo.

Abu!! Me encantan los churros!! jajaja Y sí, cuanto más azúcar, más ricos ;)
Cariños para ti también.

Ay, Viajero Carloss, qué remdedio sino esperar... jajaja bueno, pues eso, gracias por la página y suerte a ti también con todo!
Un beso!

Luchida dijo...

Me has sacado una sonrisa. Es increíble lo que se puede llegar a imaginar de alguien a quien conocemos de pasada.
Un besico y sigue publicando eh?? :P

Zanahoria dijo...

Con sacarte una sonrisa, Luchida... me sacas otra a mí :)
Seguiré publicando.
Besos!

Anónimo dijo...

Apuntaría esta travesura en la lista de cosas que hacen que la vida merezca la pena ;)

Me encantan los churros, pero me quedo con los lazos de chocolate :P

Un besazo!!

Kiri dijo...

Hola Zana. Sabes que estuvimos buscándote...Circe y yo? Te queríamos dar una sorpresa pero no te encontramos en ninguno de los 3 lugares posibles....entonces nos fuimos a pasear en bicicleta.
No te imaginas como nos reíamos con circe imaginándonos la situación...pensábamos decirte HOLA...ERES ZANAHORIA? Somos Kiri y Circe...y si no hubieras sido tú...nos habrían ingresado en un psiquiatrico:-). Una pena...pero volveré por tu tierra. Besitos y bonito relato.

Zanahoria dijo...

El otro día probé los lazos de chocolate, Saphy. Hombre, están buenísimos, para qué nos vamos a engañar (yo en temas de chocolate... me pierde), pero a mí es que los churros... me encantan!!
Un beso!

Pero... pero... pero...
Si yo estaba aquí, Kiri, buaaaaaaa
Hombre, habría sido gracioso que le hubierais dicho a alguien... eres Zanahoria? y no fuera yo... sí, probablemente os habríais quedado en el manicomio a pasar unas vacaciones.
Pero bueno, otra vez será. Para la próxima me avisas... y hubiera ido yo también a ver al Dos Caras Jr. ... jorrr qué tío!
Besos!

Zanahoria dijo...

Por cierto... yo podía haberos prestado esas bicis sniff...
Ah, y por curiosidad... en qué 3 sitios podía estar? o_O

Abuela Ciber dijo...

Hoy dia de aniversario del blog paso a saludarte.
Tomaré unos días de descanso y... hasta que volvamos a vernos : que Dios te tenga en la palma de su mano.

Besos

alfonso dijo...

y resopla...

Lo sabes. Es probable que la niña esté prometida a los 14. No irá la instituto, eso es cosa de hombres, los suyos, y solo lo necesario para dominar las cuentas. Se casará. Tendrá churumbeles y algo más... la posibilidad de que alguno de ellos, de ellas, de el salto de la equiparación total. Luego, comenzará en nuevo futuro. Algunas serán víctimas de la violencia que no permite que sean tan iguales como ellos, pero se abre un futuro esperanzador si la niña es capaz de hacer un guiño cómplice. ¡somos iguales! ¡vamos a serlo más todavía!

Carlota dijo...

grrr... conste que se lo dije yo a Kiri y Circe, que preguntaran por ti, ainsss.. seguro que preguntaron a alguna farola (cegatas están las dos :P)... cariño, me encantan esas complicidades de minutos, que además se quedan grabadas para siempre. Precioso relato, un beso, de vuelta de nuevo.

Kiri dijo...

Mira hemos estado un día esperando una hora en la Magdalena. Otro día esperando media hora en el centro...no se como se llama la zona. Y al tercer intento...esperamos en la Magdalena y cuando comenzó a llover...la gente dejo las bicis y nosotras..las cogimos:-). Pero no estabas en ninguno de los 3 sitios:-(. La próxima aviso seguro. Y los 3 sitios posibles eran los 3 lugares donde cojer las bicis...o eso nos dijeron...que solo había 3 sitios. Besitos guapa.

Anónimo dijo...

Zanahoria!
Cómo te echaba de menos, a ti y a tus relatos. Me ha encantado, me ha encantado!!!!
Y ahora quiero churros! xD

Un besazo muy grande.