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miércoles, 17 de diciembre de 2008

El beneficio de la duda

No es que hoy tenga nada especial sobre lo que quejarme (lo cual, doy fe, me gusta bastante), pero lo de ir andando con una temperatura bajo mínimos hace que te despiertes de golpe y porrazo y que tu mente se ponga a pensar sola, no importa en qué. Así que hoy me he estado acordando de algo que me pone de bastante mal humor (vaya por Dios), y he decidido que me apetecía quejarme un poco.

Resulta que mi querido hermano menor empezó este año el instituto (la verdad es que no sabría decir quién de los dos estaba más emocionado con la idea), y, en mi buen papel de hermana mayor, mi deber era avasallarle con preguntas del tipo "¿Qué tal todo? ¿Te gusta el insti? ¿Y los profes? ¿Te da alguno de los que me daban clase a mí?". El hombrecillo, paciente como (no) es, y emocionado (yo creo) también como estaba, me responde tan bien y ampliamente como puede.

Cuando me habló de su profesora de Lengua, lo primero que pensé es que era una mujer bastante desagradable, pero después se me confirmó. Le mandaron leer el típico librito obligatorio, y mi hermano, que está acostumbrado a leer mucho, se lo tragó en su mayor parte en una tarde. Al día siguiente, ella preguntó que qué tal con el libro, y mi hermano dijo que casi se lo había acabado. Ni corta ni perezosa, se puso a decir que era un mentiroso y que era imposible que se lo hubiera leído. La cosa es que le pidió que contara de qué iba la historia, y mi hermano se lo contó de cabo a rabo, claro. Tuvo que admitir que se lo había leído y que no era un mentiroso.

El siguiente asalto fue una redacción. Tenían que escribir un artículo basado en alguna noticia del periódico. Mi hermano lo escribió, y le pidió a mi madre que le diera su opinión a ver qué le parecía. Mi madre le señaló que había repetido el verbo "decir", y que lo cambiara por algún sinónimo. Así que se cogió un diccionario y lo buscó, y puso "disertar", y en otro caso "fomentar". Cuando lo leyó dicha señora, debió de emocionarse de maldad y le preguntó si lo había escrito él. Mi hermano dijo que sí, y ella debió sufrir un ataque de felicidad suma: ¿por qué no les explicaba a todos lo que significaban "disertar" y "fomentar"? Y mi hermano se lo explicó.

Hace no mucho, me pasaba a mí algo parecido en la universidad. Tengo una profesora que tiene la manía de pensar que no leemos, que no nos interesamos por nada que no sean cosas banales y que no sabemos ni lo que es un periódico. Aparte de sus continuas alusiones a que no conoceremos a tal o cual autor, o que seguro que no leemos casi nada, que puedo soportar a la par que le mando unas pocas miradas fulminantes, un día nos preguntó si sabíamos quién era el Premio Planeta. Casualidades de la vida, acababa de estar echándole una ojeada al periódico y había visto que lo había ganado Fernando Savater. Así que, por una vez en mi vida, me armé de valor y lo dije desde el fondo de la clase. Se me quedó un poquito mirando... y dice: pues no, es Juan José Millás. Y claro, a mí me ardían las mejillas mientras pensaba, ¿pero Millás no es el del año pasado?. Avergonzada, tuve que mirar el periódico otra vez, y allí estaba. Al final de la clase me acerqué y le dije: Es que acababa de leerlo, sí que es Fernando Savater, se ha fallado hoy el premio. Menos mal que me admitió que tenía razón, y al final no quedé tan mal, pero en ese sentido comprendo a mi hermano: el mal rato te lo quedas.

Por si esto no fuera bastante, tiene que estar siempre recalcándonos que no nos interesamos por las cosas, y que seguro que nadie fue a ningún mitin antes de votar (qué casualidad, debo ser la excepción), y que seguro que nos aburrimos mucho en las conferencias. Ahí ya me tuve que poner a negar con toda mi rabia. Es cierto que las hay aburridas, pero recuerdo ahora mismo dos que han marcado una época en mi vida, una de Rosa Regàs y otra de José Saramago, en las cuales disfruté lo que no está escrito.

Así que, por todo ello, quiero quejarme de la gente que nos infravalora de buenas a primeras, sin saber ni quiénes somos, en vez de concedernos (ya que no la sobrevaloración), al menos, el beneficio de la duda.

4 imaginan conmigo:

Luchida dijo...

Las historias que cuentan me son muy familiares... El año pasado entregué un trabajo "demasiado bien redactado" y se me acusó de plagiar Internet... Mira tú por dónde la profesora no fue capaz de encontrar la página. ¿Por qué? Porque lo había escrito yo solita. Me revienta también que se tienda tanto a las generalizaciones del tipo que comentas... Vale que mucha gente pase de leer el periódico o de saber quién es el Premio Planeta o de las conferencias pero las excepciones existen, ¡y menos mal!
Vamos, que tienes toda la razón... Al menos deberían conceder el beneficio de la duda.

alfonso dijo...

resoplando desde el sur....

Parecería cosa fácil aplicar siempre el beneficio de la duda.

¿Por qué es tan difícil?
¿Será que nos juzgamos a nosotros mismos de manera inmesericorde?

Misterios

Se te quiere... también
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Anónimo dijo...

Está claro que para muchos "juventud" es sinónimo de "ignorancia".
Para mí son ellos los ignorantes por el mero hecho de infravalorarnos.

Un besito muy grande (^3^)**

Abuela Ciber dijo...

Preciosa Joven!!!!!!!!

Gracias por visitar mi blog y darme buenos momentos.

Te deseo a ti y seres queridos, que tengan una buena Nochebuena y Navidad.

Que el año 2009 les otorgue todo el amor, comprension y tolerancia, para que encuentren el equilibrio interior que les de la paz para vivir feliz y plenamente.

Besos

Abu