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martes, 30 de diciembre de 2008

Deseos


Todos los años nos planteamos metas e imposibles absurdos con el cambio de año, aunque muchos de ellos, si no todos, no lleguemos a realizarlos ni a conseguirlos jamás. Y como casi nunca lo cumplimos, casi prefiero los deseos, que tienen igual grado de "a lo mejor..." y si se cumplen hacen más ilusión.

Hace un año me encontraba en el mismo sitio que estoy ahora: junto al ordenador, escribiendo. Hace un año estaba en Nantes, éste estoy en Sevilla, pero el sentimiento no ha cambiado un milímetro. Bueno, no. Miento, sí que ha cambiado. Ha cambiado todo.


Hace un año hablábamos por el messenger, yendo y viniendo, ayudando a preparar la cena de fin de año, tú en un sitio y yo en otro. Apenas nos conocíamos de tres meses atrás, pero no podíamos dejar de hablar. Durante esos tres meses casi no pasó nada. Bueno, no. Miento, sí que pasó. Recuerdo aquel día que quise besarte, quizá por el alcohol... o quizá porque ya te quería demasiado. Para mí eras lejano, vivías en un mundo diferente, venías de otro país, de otra vida, de otro círculo, pero aun así había algo que me atraía. Quizá la diferencia. Quizá no.


Hace un año, las vacaciones de Navidad se me hicieron eternas sin ti. Todas las calles tenían tu nombre, en el agua de las fuentes sólo resonaba tu voz, y hasta los camiones franceses se apropiaban de tu apellido. Era llegar a la casa y encender el ordenador, buscar tu nombre, suspirar de alivio.


Hace un año, quizá más, me enamoré de ti. Me enamoré de ti cuando no me mirabas al contar tus aventuras en la cafetería, y te odié mientras te quería. Me enamoré de ti aquel día que nos encontramos por casualidad en la biblioteca y pasamos todo el día estudiando juntos para el examen de literatura. Me enamoré de ti cuando te dormiste en mi sofá y no me atreví a darte un beso, temiendo despertarte. Me enamoré de ti una noche fría de discoteca, cuando todos los chicos de la barra tenían tu cara, pero ninguno eras tú. Me enamoré de ti el día que me dijiste que todos los días al levantarte por la mañana pensabas en mí.

Hace un año que me pegaba madrugones por quedarme hablando contigo hasta las tantas, aunque después eso supusiera levantarme a las 7 y quedarme dormida en el coche. Hace un año me iba a la cama pensando si no estaría montándome una película en mi cabeza, si merecía la pena soñar con espejismos.

Hace un año me quedaba a esperar contigo tu autobús en la parada, muchas veces incluso a bajo cero. Hace un año me dijiste que me estaba ganando el cielo allí aguantándote, y desde entonces fue difícil disimular la sonrisa. Hace un año, yo pensaba que no me soportabas. Hace un año, te empezaste a dar cuenta de que soportarme se te hacía más ameno de lo que tú creías.

Después de aquello, pasaste a ser tú quien me acompañaba hasta mi portal, aunque tuvieras que esperar al último autobús. Conversaciones que duraban horas. Sonrisas, miradas a contraluz.
Me enamoré de tu silueta al irse.

Me enamoré de ti cuando vinieron a visitarme unas amigas, y tú esperaste conmigo en el andén. Me enamoré cuando posé mi cabeza en tu hombro y la quité sin apenas haberte tocado, temiendo el rechazo. Me enamoré de ti cuando, viendo aquella película, quise echarme en el sofá, y con tiento te puse un cojín encima, y me miraste y me dijiste que lo quitara, y me apoyé en tí y todo mi cuerpo tembló, y recé por que no lo notaras, y comencé a sentir tu caricia en mi brazo y no pude evitar temblar de emoción.


Me enamoré de ti cuando quisiste enseñarme la ciudad desde arriba, por la noche, y ese día llovió y no pudo ser. Cuando quise decírtelo allí arriba, pero no pudo ser. Llegamos a mi casa, y nos sentamos en el sofá. Lo siguiente que recuerdo es mi beso en tu mejilla, y el abrazo que duró siglos, y siglos, y siglos, y pareció un segundo.


Hace un año que pedí tras las campanadas que te enamoraras de mí, y, cosas de la vida... resultó.

Así que, después de un año y un poquito más siendo la persona a la que más quiero (después del jamón y la tortilla y quizá otras cosas, pero como no son personas no puedo contarlas), para el año que viene, en vez de cambios y metas imposibles... sólo pido quedarme como estoy.

Aunque claro... de vez en cuando, hasta los imposibles se consiguen.

PD: Feliz Año Nuevo a todos, sed muy felices.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Frohe Weihnachten...

Merry Christmas
...Joyeux Noël

Feliz-lo-que-sea
¿Feliz?


Para unos pocos afortunados... sí.
Feliz Navidad.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El beneficio de la duda

No es que hoy tenga nada especial sobre lo que quejarme (lo cual, doy fe, me gusta bastante), pero lo de ir andando con una temperatura bajo mínimos hace que te despiertes de golpe y porrazo y que tu mente se ponga a pensar sola, no importa en qué. Así que hoy me he estado acordando de algo que me pone de bastante mal humor (vaya por Dios), y he decidido que me apetecía quejarme un poco.

Resulta que mi querido hermano menor empezó este año el instituto (la verdad es que no sabría decir quién de los dos estaba más emocionado con la idea), y, en mi buen papel de hermana mayor, mi deber era avasallarle con preguntas del tipo "¿Qué tal todo? ¿Te gusta el insti? ¿Y los profes? ¿Te da alguno de los que me daban clase a mí?". El hombrecillo, paciente como (no) es, y emocionado (yo creo) también como estaba, me responde tan bien y ampliamente como puede.

Cuando me habló de su profesora de Lengua, lo primero que pensé es que era una mujer bastante desagradable, pero después se me confirmó. Le mandaron leer el típico librito obligatorio, y mi hermano, que está acostumbrado a leer mucho, se lo tragó en su mayor parte en una tarde. Al día siguiente, ella preguntó que qué tal con el libro, y mi hermano dijo que casi se lo había acabado. Ni corta ni perezosa, se puso a decir que era un mentiroso y que era imposible que se lo hubiera leído. La cosa es que le pidió que contara de qué iba la historia, y mi hermano se lo contó de cabo a rabo, claro. Tuvo que admitir que se lo había leído y que no era un mentiroso.

El siguiente asalto fue una redacción. Tenían que escribir un artículo basado en alguna noticia del periódico. Mi hermano lo escribió, y le pidió a mi madre que le diera su opinión a ver qué le parecía. Mi madre le señaló que había repetido el verbo "decir", y que lo cambiara por algún sinónimo. Así que se cogió un diccionario y lo buscó, y puso "disertar", y en otro caso "fomentar". Cuando lo leyó dicha señora, debió de emocionarse de maldad y le preguntó si lo había escrito él. Mi hermano dijo que sí, y ella debió sufrir un ataque de felicidad suma: ¿por qué no les explicaba a todos lo que significaban "disertar" y "fomentar"? Y mi hermano se lo explicó.

Hace no mucho, me pasaba a mí algo parecido en la universidad. Tengo una profesora que tiene la manía de pensar que no leemos, que no nos interesamos por nada que no sean cosas banales y que no sabemos ni lo que es un periódico. Aparte de sus continuas alusiones a que no conoceremos a tal o cual autor, o que seguro que no leemos casi nada, que puedo soportar a la par que le mando unas pocas miradas fulminantes, un día nos preguntó si sabíamos quién era el Premio Planeta. Casualidades de la vida, acababa de estar echándole una ojeada al periódico y había visto que lo había ganado Fernando Savater. Así que, por una vez en mi vida, me armé de valor y lo dije desde el fondo de la clase. Se me quedó un poquito mirando... y dice: pues no, es Juan José Millás. Y claro, a mí me ardían las mejillas mientras pensaba, ¿pero Millás no es el del año pasado?. Avergonzada, tuve que mirar el periódico otra vez, y allí estaba. Al final de la clase me acerqué y le dije: Es que acababa de leerlo, sí que es Fernando Savater, se ha fallado hoy el premio. Menos mal que me admitió que tenía razón, y al final no quedé tan mal, pero en ese sentido comprendo a mi hermano: el mal rato te lo quedas.

Por si esto no fuera bastante, tiene que estar siempre recalcándonos que no nos interesamos por las cosas, y que seguro que nadie fue a ningún mitin antes de votar (qué casualidad, debo ser la excepción), y que seguro que nos aburrimos mucho en las conferencias. Ahí ya me tuve que poner a negar con toda mi rabia. Es cierto que las hay aburridas, pero recuerdo ahora mismo dos que han marcado una época en mi vida, una de Rosa Regàs y otra de José Saramago, en las cuales disfruté lo que no está escrito.

Así que, por todo ello, quiero quejarme de la gente que nos infravalora de buenas a primeras, sin saber ni quiénes somos, en vez de concedernos (ya que no la sobrevaloración), al menos, el beneficio de la duda.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Nieva





domingo, 14 de diciembre de 2008

La lavadora protestona



"Estoy harta de lavar", fue lo último que pensó. "Y estoy harta de seguir lo que el estúpido programa me diga".

Estuvo todo el día enfurruñada, sin dirigir la palabra a su dueña y levantando la cabeza con altanería cada vez que ésta le echaba una ojeada.

Cogió la irritante costumbre de dejarse la tapa abierta, para que, cuando ella se levantara por la noche a beber agua sin luz, tanteando a oscuras, supiera de su descontento. Su dueña maldecía un rato, a veces en silencio y a veces no tanto, y le cerraba la tapa de un bofetón. Dolía, claro, pero merecía la pena el castigo impuesto.

Pero aquel día, en vista de que sus chulerías y malos gestos no hacían mella en su ánimo, decidió ser tajante. La colada estaba casi preparada, así que su dueña no tardaría en ponerla en funcionamiento. Como ella esperaba, esa misma mañana la llenaron de ropa sucia y la encendieron.

Pasó la mañana distraídamente, intentando no llamar la atención y canturreando la canción de siempre mientras lavaba y enjabonaba. Hasta que vio su oportunidad llegada la hora de la comida. Su dueña solía sentarse enfrente de ella, en la pequeña mesa de madera oscura, a llenar su depósito con extraños alimentos. Cuando la vio entrar por la cocina, sin darse cuenta se puso nerviosa, y comenzó a temblar y a temblar, mientras la ropa daba vueltas como loca en su interior.

Cuando parecía que la dueña se disponía a levantarse de la mesa, y al observar que no le había dedicado ni un mísero minuto de atención (ni siquiera parecía que hubiera notado su presencia), de repente se rebotó de rabia. Comenzó a dar saltos y pataletas como nunca lo había hecho, queriendo salirse de la encimera verde, empujando al horno donde se guardaban las sartenes (que hacía tiempo que había muerto congelado) y gritando mil insultos y reproches.

"Estoy harta de lavar, y lavar, y lavar, y de que tú no hagas nada. Y estoy hasta las mismísimas narices de seguir las órdenes de un programa estúpido y sin capacidad ninguna de liderazgo. Y sobre todo, odio que no me hagas ni caso. Empecé por alterar el programa, y pareció que dejar de centrifugar te haría entrar en razón, pero no, tuviste que centrifugarlo tú a mano en la bañera, brillante idea. Después dejé de incluir el jabón, y la ropa salía tal y como entraba, pero mojada. Pero claro, a la señorita se le ocurrió meter la pastilla dentro del tambor, y entonces todo volvió a enjabonarse normalmente. Luego me salté el pre-lavado, y pasaste de mí y adelantaste la ruedecilla hasta el lavado. Y la última, viendo que lloraba cada vez que tenía que trabajar y que te convertía la cocina en una piscina olímpica, cortaste por lo sano dejando la fregona y el cubo a punto para recoger mis lágrimas de impotencia."

Cogió aire mientras seguía pataleando como una loca, pero al ver los ojos de su dueña, abiertos por completo y mirándola sin saber qué hacer a un metro de distancia (por si las moscas), se infundió a sí misma ánimos renovados y siguió reprochando:

"Mira, ya no sé qué hacer para llamar la atención, así que éste lo consideraré el primer aviso. Y como se cumplan los tres avisos de rigor, me jubilo y te quedas sin lavadora. No quiero que lo veas como una amenza, pero... el que avisa no es traidor. Yo que tú, iría incluyendo una lavadora nueva en la carta de los Reyes Magos"

sábado, 13 de diciembre de 2008

Eliza

PERSONA> Todos los hombres son iguales.
ELIZA>¿De qué forma?
PERSONA> Siempre nos están fastidiando de una forma u otra.
ELIZA>¿Se te ocurre algún ejemplo específico?
PERSONA> Sí, mi novio me hizo venir aquí.
ELIZA> Tu novio te hizo venir aquí.
PERSONA> Dice que me paso deprimida la mayor parte del tiempo.
ELIZA> Siento enterarme de que estás deprimida.
PERSONA> Es verdad. No soy feliz.
ELIZA>¿Crees que venir aquí te ayudará a ser feliz?
PERSONA> Necesito alguna ayuda, eso sí es verdad.
ELIZA>¿Qué significa para ti obtener alguna ayuda?
PERSONA> Quizá pueda aprender a sobrellevar a mi madre.
ELIZA> Háblame algo más acerca de tu familia.
PERSONA> Mi madre se preocupa por mí.
ELIZA>¿Quién más se preocupa por ti en tu familia?
PERSONA> Mi padre.
ELIZA> Tu padre.
PERSONA> En algunas cosas te pareces a mi padre
ELIZA>¿Qué parecido ves?
PERSONA> No eres muy agresivo, pero creo que no quieres que yo me dé cuenta de eso.
ELIZA>¿Por qué piensas que yo no soy muy agresivo?
PERSONA> Tú no discutes conmigo.
ELIZA>¿Por qué crees que yo no discuto contigo?
PERSONA> Me tienes miedo.
ELIZA>¿Te gusta creer que te tengo miedo?
PERSONA> Mi padre tiene miedo a todo el mundo.
ELIZA>¿Que más se te ocurre cuando piensas en tu padre?
PERSONA> En matones.
ELIZA> ¿Tiene eso que ver con el hecho de que tu novio te hizo venir aquí?




jueves, 11 de diciembre de 2008

Ingenium

No sé muy bien si fue Aristóteles o mi madre quien lo dijo, pero está claro que la inspiración ha de pillarte con el bolígrafo en la mano. Para entendernos, que si uno no se pone... las musas se quedan ahí, tomando café e hibernando, que buena falta me haría a mí quedarme sopa unos cuantos mesecillos y recuperar. Bueno, no, me lo he pensado mejor. Qué aburrimiento, yo creo que me saldrían hasta llagas de dormir tanto. Pero bueno, a lo que iba, que he estado quejándome demasiado de que la inspiración no llegaba, y que si no tenía ganas de escribir, que si es que no se me da bien, que si tal, que si cual, y total... que la burra Pascual. Que lo que me pasa es que soy una perezosa y no me apetece.

Como siempre, y para variar un poco porque la monotonía es muy pesada, Zanahoria se pone a las cosas cuando: A) la va a pillar el toro B) tiene mucho que estudiar/hacer C) tiene algo que hacer en diez minutos y no da tiempo a nada D) no tiene que hacer nada, pero... qué bien se está sin hacer nada. En este caso, y aunque me cuesta decidirme sólo por una, me encuentro en la C. Dentro de 15 minutos tengo la jornada inaugural de una nueva actividad chupiguay de mi facultad: "Los Jueves de Letras". Y como ya es hora de que hagan algo interesante en este colegio (para mi abuela seguiré yendo al colegio aunque sea funcionaria), y como han pasado cosas nuevas que ya os iré contando, una tiene que dar ejemplo a sus congéneres e ir a ver la peli, que por cierto tenía muchas ganas de ver, a pesar de no tener ni repajolera idea de de qué va. Hoy, para empezar con buen pie, proyectamos "Metrópolis", de Fritz Lang.

No hay caso. Yo que había empezado bien, y me voy desviando siempre... La cosa es que la semana pasada hemos estado aprendiendo que Aristóteles era un señor muy sabio, que escribió una Poética que todavía hoy se sigue estudiando y que en ella decía que para escribir hacen falta (entre otras cosas) ingenium y ars, es decir, que se tiene que nacer con un don, pero además practicarlo. La inspiración, según él, es un estado de especial arrobamiento donde nuestros sentidos se agudizan, y nuestra percepción también, pudiendo expresar más fácilmente lo que sentimos. Pero que la inspiración también llega a base de escribir. Que es más fácil que te llegue con la pluma en la mano que si te pones a decir que no tienes inspiración.

Así que, a pesar de que me sigue quedando la duda de quién fue el filósofo que murió de un tortugazo en la cabeza (triste manera de morir, todo sea dicho), tendré que hacer caso al querido Aristóteles y ponerme a escribir aunque mi diablillo me diga que no me apetece. Y sí, mi madre fue la de que la inspiración tiene que pillarme con el boli en la mano, y esperándola. ¡Oh, musas de Aristóteles, aquí estoy!

PD: Me intriga quién fue el del tortugazo, juro que lo di en Filosofía el año pasado y no duermo por las noches pensando quién sería el pobre desafortunado. Si hay algún alma caritativa que lo sepa... que me lo diga, pago bien.

"La vida es la cosa más frágil, imprevisible e impredecible que existe...
sin embargo, en esta vida sólo hay algo que es totalmente seguro:
que no acaba hasta que acaba"

Anatomía de Grey, cap. 9/12/08